A TIKO - Q.E.D.

Esbelto, cimbreño, ágil y flexible
como el junco mostrando
su expresión veleidosa
solamente igualable a las olas del mar
a las hojas de arbustos
cuando crecen sus ramas
al hàlito del viento.

Blanca...su tez era blanca
y es que nunca los rayos del Sol
resbalaron por ella,
blanca y alargada
con un par de ojos negros
de trazo estilizado
luminosos y vivos.
Su boca era un trazo que de pronto surgía
manantial de rojez formado por sus labios
carnosos y brillantes
así era Héctor el día que murió.
Este fue el epitafio
que un día escribiera
“Aquí yace alguien
que quiso ser y no fue”

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